Por casi 14 puntos de diferencia, el domingo 7 de septiembre el peronismo-kirchnerismo le propinó en la Provincia de Buenos el primer golpe político de envergadura al gobierno de Javier Milei y su proyecto antisocial. Fue una “paliza electoral”, titularon diversos medios nacionales e internacionales, comentando los resultados que ninguna de las empresas de sondeos había pronosticado.
Sergio Ferrari
Journaliste RP/periodista RP
Casi dos años después de la victoria de Milei en 2023, la elección de parlamentarios provinciales bonaerenses constituía el test más relevante del estado de humor político de la ciudadanía en general.
La provincia de Buenos Aires, con más de 17 millones de habitantes -el doble de la población de Suiza-, reúne casi una tercera parte del electorado argentino. Históricamente, los resultados de ese gigante habitacional de 307.000 kilómetros cuadrados (más extenso que Italia), constituye uno de los indicadores de referencia de las tendencias electorales a nivel nacional.
El próximo 26 de octubre será el otro momento clave para evaluar la marcha del proyecto “anarco-liberatorio-antisocial” de Milei: las elecciones parlamentarias a nivel nacional. En ellas se elegirá la mitad de los diputados y un tercio de los senadores. De ahí la trascendencia de la pulseada en las urnas del pasado 7 de septiembre
Resultados contundentes
Fuerza Patria, que reúne al peronismo-kirchnerismo y sus aliados, con más de 3.800.000 votos (47.3% de los votos) fue la clara vencedora. Con 2.700.000 (33.7%) quedó en segundo lugar La Libertad Avanza de Javier Milei que en esta elección fagocitó a la Propuesta Republicana (PRO) del antiguo presidente derechista Mauricio Macri. Es decir, Milei congregó en esta contienda electoral a todo el espectro de la derecha-extrema derecha.
Muy lejos de las dos primeras fuerzas, quedaron con algo más del 5%, Somos Buenos Aires (un sector del antiguo Partido Radical de centro) y como cuarta fuerza electoral el Frente de Izquierda y Trabajadores – Unidad que alcanzó el 4.7% de los votos. Una decena de otras pequeñas fuerzas se ubicaron con menos de 2% cada una, no llegando, en total, al 10% de los sufragios.
Dos conclusiones principales
Más allá de la aritmética y de la mayoría parlamentaria neta que mantendrá por cuatro años el peronismo-kirchnerismo en la provincia más grande de Argentina, surgen dos principales elementos de análisis a nivel de conclusiones provisorias.
En primer lugar, y el más contundente, la victoria incuestionable del peronismo-kirchnerismo sobre La Libertad Avanza del presidente Milei. En términos más globales se puede interpretar como un rechazo claro de un sector mayoritario del electorado bonaerense al proyecto de duro ajuste antisocial que viene ejecutando el dirigente libertario con el beneplácito del Fondo Monetario Internacional.
Si bien Milei logró un relativo control de la inflación, el costo social del ajuste que aplica, el desmantelamiento acelerado del Estado social, la dependencia total del Fondo Monetario Internacional, así como su alianza ciega con Donald Trump y Benjamín Netanyahu (como principales referentes de su visión geopolítica) le pasan una costosa factura política. A lo que se suma el rechazo popular al negacionismo de Milei sobre derechos humanos y el cambio climático. Y la condena popular a la constante acción represiva que el Gobierno Milei vienen aplicando contra toda forma de oposición, en particular contra los jubilados que encabezan desde meses el reclamo social en las calles.
Por otra parte, el triunfo de Fuerza Patria lleva al análisis de las dinámicas actuales internas de ese gran conglomerado político peronista-kirchnerista. En el mismo confluyen tres sectores principales: el de Axel Kicillof (53 años), actual gobernador de Buenos Aires, hijo político del kirchnerismo pero que reclama autonomía en la gestión. El sector kirchnerista encabezado por Cristina Fernández de Kirchner (72 años), hoy proscripta, detenida en prisión domiciliaria pero que continua como presidenta del Partido Justicialista (peronista) a nivel nacional. Y la centrista Renovación Peronista del ex candidato Sergio Massa (53 años).
Sin embargo, más allá de estas fuerzas estructuradas, el peronismo-kirchnerismo integra muy diversos sectores sociales lo que complejiza aún más la conducción unificada de ese amplio movimiento: las principales centrales sindicales del país; movimientos sociales urbanos y rurales; los gobernadores provinciales peronistas –muchas veces con proyectos e intereses propios y dispuestos a negociar con el Gobierno Nacional – e incluso, los intendentes municipales. Como ejemplo, solo en Buenos Aires, el peronismo ganó el pasado 7 de setiembre en casi un centenar de las 135 intendencias que existen en esa provincia, ya que también se elegían concejales (parlamentarios municipales) y consejeros escolares.
Una primera lectura indicaría que el ganador en esa interna fue Axel Kicillof quien impuso su voluntad de adelantar a septiembre esta contienda provincial, separándola de las elecciones parlamentarias de octubre próximo. Las urnas mostraron que esa decisión política de alto riesgo era correcta. Sin embargo, la victoria del peronismo-kirchnerismo también deja una lección esencial: sin unidad en la diversidad no hay victoria contra el proyecto de Milei.
El gran desafío de los próximos meses y años consistirá no solo en mantener esa frágil unidad dentro del campo nacional y popular sino extenderla y ampliarla a otros sectores para que el resultado exitoso que se vivió en Buenos Aires logre superar, a nivel nacional, el 50% de las simpatías electorales, condición para destronar este peligroso laboratorio de genocidio social que impulsa el Gobierno de Milei.