La cobertura de las vacunas obligatorias para niños registró un declive sin precedentes en Argentina durante 2024, generando una seria alarma en el sistema de salud. Menos de la mitad de los niños en edad escolar (5-6 años) y los preadolescentes (11 años) completaron el esquema de inmunización requerido, lo que representa un retroceso generalizado en el control de enfermedades.
Expertos sanitarios advierten que este dramático descenso aumenta la vulnerabilidad del país ante el resurgimiento de patologías graves como el sarampión, la poliomielitis (polio), la tos convulsa (coqueluche) y el meningococo. Estas enfermedades se mantienen a raya únicamente cuando las tasas de vacunación son elevadas.
El estándar establecido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) es de un 85% de cobertura, mientras que las cifras actuales en Argentina rondan apenas el 50%. Los especialistas atribuyen esta caída a una combinación de factores, incluyendo la falta de seguimiento, la confusión entre algunos profesionales de la salud y una deficiente comunicación pública sobre la relevancia del calendario de vacunación.
Ricardo Rüttimann, infectólogo y miembro de FUNCEI y GAE-OPS, enfatizó que la baja inmunización facilita la entrada de enfermedades que aún circulan globalmente. Sostuvo que, al no completarse los esquemas, estas patologías “indefectiblemente van a volver a entrar”.
El especialista también resaltó la alta seguridad y efectividad de las vacunas, lamentando que discursos escépticos estén sembrando dudas injustificadas en la población sobre productos que históricamente no han generado problemas.
Los datos oficiales revelan retrocesos nunca antes vistos. Por ejemplo, la vacuna de refuerzo contra la polio —que entre 2009 y 2019 se mantenía sobre el 84%— cayó al 47,6% en 2024, el nivel más bajo jamás registrado. Aunque la poliomielitis está erradicada en Argentina, esta baja cobertura incrementa el riesgo de reintroducción desde el exterior.
De manera similar, la cobertura de la triple viral (sarampión, rubéola, paperas), que solía superar el 90%, se desplomó al 46,7%, un valor crítico según los expertos. Las vacunas para preadolescentes también sufrieron fuertes caídas, siendo la dosis contra el Virus del Papiloma Humano (HPV) una de las más afectadas, alcanzando solo a la mitad de la población objetivo.
Ante esta situación, la OPS reitera la necesidad de mantener las coberturas por encima del 85% para prevenir brotes, un umbral del que Argentina se encuentra muy lejos.
El escenario actual se explica por una confluencia de baja percepción del riesgo, dificultades en el control de carnés de vacunación, desinformación y el cuestionamiento infundado a la seguridad de los inmunizantes.
Con un promedio nacional cercano al 50%, los programas de vacunación enfrentan una de sus peores crisis. La advertencia es clara: si no se revierte urgentemente este declive, las enfermedades consideradas controladas podrían reingresar y afectar gravemente a la población más vulnerable, como los bebés y niños que dependen de la inmunidad colectiva para su protección.
