El Ente Descentralizado de Obras Sanitarias (EDOS) se prepara para enfrentar la inminente llegada de las altas temperaturas con medidas drásticas. El interventor del organismo, Javier Del Cerro, adelantó que la emergencia hídrica en la ciudad será declarada “probablemente en los primeros días de diciembre” debido a la incapacidad del sistema actual para garantizar el suministro adecuado.
Del Cerro explicó que la declaración de emergencia es inevitable, ya que la planta potabilizadora actual es obsoleta e insuficiente. El problema se agrava con el calor: “Cuando suben las temperaturas no alcanza la presión para llegar, sobre todo a los barrios más alejados de la ciudad”.
Esta deficiencia estructural obliga al EDOS a restringir ciertos usos del agua para priorizar el consumo esencial en los hogares. El funcionario anunció una “campaña de concientización muy importante sobre el uso racional del agua”, señalando que los esfuerzos son para “mitigar esta problemática que sabemos que la vamos a tener”.
Respecto a la postergada Planta Potabilizadora de Agua, cuya finalización es clave para solucionar la crisis de manera definitiva, el interventor se mostró optimista pero cauteloso.
Del Cerro mencionó que existe una partida en el Presupuesto 2026 del Gobierno nacional. Si se concreta la firma del acuerdo con la empresa contratista, el plazo de ejecución sería de 12 meses. Teniendo esto en cuenta, estimó que “si todo anda bien, para fines del año que viene, tendríamos ya la nueva planta en funcionamiento”. Esto implica que la ciudad deberá atravesar el próximo verano y gran parte del 2026 dependiendo de la planta vieja y las restricciones.
En relación a la calidad del agua, Del Cerro brindó tranquilidad a los vecinos de Concordia, refiriéndose a un reciente informe sobre altos niveles de arsénico en el país. Aseguró que los últimos estudios en la ciudad revelan valores “muy por debajo de los máximos” permitidos, lo cual consideró una “tranquilidad” ante el riesgo sanitario.
El EDOS mantiene un riguroso control, realizando más de 700 análisis físicos, químicos y bacteriológicos al año (casi dos por día) para controlar la turbidez y la ausencia de microorganismos. Sin embargo, reconoció que las crecientes del río complican el proceso, ya que el agua ingresa al sistema “mucho más turbia” y con más sedimentos, obligando a profundizar los análisis. Para estudios más específicos, como los de metales pesados, deben recurrir a laboratorios externos como la Facultad de Alimentos o facultades de Santa Fe.
